Pero, en algunas situaciones más dificiles, si no se está vigilante, las cosas no se arreglan.
Y lo más grave, es que muchos no se dan cuenta de que están deslizándose por una pendiente peligrosa; poco a poco se hunden en estados mórbidos y un día son devorados. Lo que al principio era tan sólo un pequeño malestar, termina siendo una verdadera enfermedad.
Debéis, pues, ser conscientes de los pensamientos, los sentimientos y las sensaciones que en cada momento pasan a través vuestro, e impedir que se instalen en vosotros estados negativos.
Tan pronto como sintáis un malestar interior, reaccionad. A menudo basta con un simple gesto: regar las flores, sonreír a alguien, dirigirle una palabra amable, llevarle un objeto que necesite o que pueda hacerle ilusión... Pero con, la condición de hacer este gesto conscientemente, con la voluntad de dar otra orientación a vuestros estados interiores, y, sobre todo, de hacerlo antes de que las cosas se agraven. Lo esencial es salirse de la apatía, del estancamiento y llegar a desencadenar conscientemente algo positivo.
Así pues, vigilad siempre vuestros estados interiores; de lo contrario os sucederá lo mismo que con una bola de nieve a la que hacéis rodar: a medida que la nieve se adhiere, llega un momento en que esta bola, ya enorme, termina por obstruir vuestro camino. Os lamentáis: "¡Ya: no puedo pasar!" ¿De quién es la culpa? !Vuestra! Habéis alimentado toda clase de pensamientos y sentimientos negativos, habéis dejado que se apoderasen en gigantescas proporciones de vuestra cabeza, de vuestro corazón y así os quedáis atrapados, bloqueados. "¿Qué. hacer entonces? Encended una cerilla y acercadla a esta bola de nieve: se fundirá, el agua irá a regar vuestros jardines, vuestros vergeles, y tendréis gran abundancia de flores y de frutos. Esto es lo que hay que hacer: encender el fuego del amor, y el amor fundirá todas las bolas de nieve, todos los tumores que hay en vosotros.
Sí, el amor se manifiesta a través de estos gestos aparentemente insignificantes que se pueden hacer cada día. No esperéis que grandes sucesos os proporcionen el equilibrio y la salud. Las pequeñas cosas son las más benéficas. Si os acostumbráis a tomarlas en serio, desarrollaréis en vosotros una actitud y una fuerza que pueden protegeros. ¡Hay tantas posibilidades! Aunque sólo sea recogiendo, al pasar, un objeto tirado en la calle o en el camino, un papel sucio, una botella vacía... apartar una piedra que podría hacer tropezar a alguien o trozos de cristal con los que podría herirse... esforzaros por encontrar siempre algo nuevo que hacer, sabiendo que cada pequeño gesto realizado aplicadamente, con sinceridad y amor, será, cada vez, como una criatura de luz que rechazará las tinieblas e impedirá que éstas penetren en vosotros para destruirlo todo.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
http://www.trabajadoresdelaluz.com
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