Ningún Karma viaja solo –siempre lo hace en grupo... ¡en
grupos de Almas!
Ningún Karma –en soledad– podrá destejer los hilos que
lo atan a la gran rueda de la ilusión... ¡imperativo es que halle a su
par!
Al Arca de Salvación se entra de par en par... y un Karma solitario
es un marino que boga sin brújula en la mar que conduce a la
Salvación.
¡Preciso es que descubra a su Alma Gemela y experimente con
ella la plenitud del Amor incondicional!
Las Almas Gemelas están unidas
por una indisoluble conexión karmática... dos seres de Luz que han desarrollado
una inusual afinidad, extraordinaria sintonía de Amor durante varias
existencias.
Las Almas Gemelas, en ese tránsito interdimensional, pueden
postergar esa divina unión por muchas, muchas encarnaciones...
Pueden
dedicarse a explorar otros Karmas, otros cuerpos, otros sentimientos, otras
sensaciones... en esa búsqueda eterna por encontrar su propia identidad, su más
genuino reflejo: ¡hallar a su igual!
Cada Karma –fruto de su insaciable
curiosidad– puede dedicar largas encarnaciones a interpretar los roles más
disímiles: víctima o victimario; verdugo o mártir; casto o libertino; santo o
pérfido; héroe o genocida...
...pero no importa qué tantos cuerpos ocupe
un Alma o que tantos papeles desempeñe en el azaroso Juego de la
Vida...
...no es un cuerpo lo que anhela hallar ese Karma...
...es
la chispa divina de su Espíritu Mellizo... la única en el Universo capaz de
encender la Luz del Amor Eterno en el inmarcesible pebetero de su
Alma.
Por eso, llega un momento en que esas Almas deben tormar una
decisión...
...hacerse Uno entre ellas... y Uno con el Amor.
Cada
postergación, es una oportunidad fallida, perdida... ¡para
siempre!
...aunque el Juego de la Vida, en su magnificencia, siempre
concederá a las Almas Gemelas la posibilidad de reencontrarse...
...¡y
dejar atrás todas esas ilusiones, todos esos espejismos, todos esos falsos
sentimientos que pretendieron sustituir al Amor!
Carmelo Urso y André
Reinoso
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