Los seres que moran en la contraparte superior del aire de la
Naturaleza, desempeñan una importante función en la evolución del hombre. En
esos mundos encontramos la antigua herencia de nuestras mentes; pues debiéramos
tener constantemente presente que, la Naturaleza es el depósito de nuestros
registros pasados; es muy posible, para el hombre de tendencia literaria o
artística, encontrar de nuevo las obras valiosas que creó en tiempos muy
lejanos. El estudiante se dará cuenta, por tanto, del por qué reverenciamos a
estas Inteligencias Superiores, y nunca volverá a interesarse en los fenómenos
del espiritismo, en que pululan un enjambre de espíritus inclinados a la
tierra.
Los silfos y sílfides superiores son grandes eruditos y poseen
memorias muy notables.
Como prolongan sus vidas durante períodos
considerables, tienen acceso a un extensísimo campo de experiencia e
información; pueden recordar lo escrito por los eruditos del mundo y presentar,
de ingeniosa manera, diferentes sistemas de filosofía. Ellos miran estos
estudios desde un punto de vista enteramente diferente al nuestro. Nosotros
estudiamos los temas con el deseo de saber lo que el filósofo tiene que enseñar;
pero tales seres nos dirán lo que los filósofos no enseñan.
Nos dirán
cuál es el proceso que se desarrolla en el momento de la muerte; una parte de
ellos se prestan voluntariamente para resguardarnos durante nuestro pasaje por
la región de alucinaciones, conocida como Purgatorio.
Cuando un silfo
está a nuestro lado irradia una cualidad solar que nos estimula a pensar más
elevado. El método de instrucción que ellos emplean, es, con frecuencia, de
carácter visual, presentando escenas de la vida pastoral de Arcadia. Es como si
uno alcanzara un chispazo de conciencia cósmica, en que uno llega a verse como
parte de un pasado que se hace real.
Nos dan, también, el conocimiento de
los rituales de la Naturaleza, cuando rendimos culto a dioses y estrellas.
Podemos, también, aprender cosas relacionadas con los libros de la
antigüedad.
Los silfos sólo consideran de valor una cosa, cuando está
impregnada de átomos del sol; de la misma manera que, los seres del agua juzgan
el valor de una cosa por las cualidades lunares o neptunianas que posee. Porque
ellos dicen: “Donde se oculta valor real, allí brillan los rayos del Sol”. Es
interesante notar que, a veces, refiriéndose a ciertas vestiduras e imágenes
religiosas, dicen que sus poseedores han atraído los rayos del Sol a su
atmósfera. También hablan de la intolerancia y de la crueldad de la
humanidad.
Los silfos inculcan en el estudiante la importancia de
alcanzar lo que se llama la conciencia del Conocedor; es decir, conocer una cosa
sin pensar. Es un método instantáneo. Por ejemplo, si preguntáramos a un yogui
avanzado dónde nos encontraremos a las diez de la mañana del día siguiente, el
yogui daría de inmediato la contestación correcta, como se comprobaría después.
Cada uno de nosotros posee este principio de dirección repentina; pero es
esporádico.
Quien vacila está perdido.
La vida animal utiliza este
método; pues, cuando algún peligro la amenaza, sabe qué hacer sin la acción del
pensamiento; tampoco sufre, en su estado natural, ansiedad como el hombre, una
vez que el peligro ha pasado. Los silfos dicen que, cuando amenaza el peligro,
hay que hacerle frente; pero que no se ha de pensar en él hasta que se presente.
Ellos han registrado los dichos de muchos profetas y poseen los secretos de
muchas organizaciones ocultas, que todavía florecen.
La piel de las
hermosas sílfides brilla como iluminada por un sol oculto y muestra la madurez y
abundancia de salud. Son de naturaleza caprichosa y piensan que las vanidades de
nuestras mujeres son algo atrasadas. El tipo de silfo o sílfide, con el cual el
estudiante se pone en contacto, es un reflejo de sí mismo. Son maestros viejos
en analizar y leer los pensamientos: nada escapa a su observación y pueden traer
a nuestra memoria todos nuestros pensamientos de durante el día, incluso
aquellos que no quisiéramos que fueran conocidos.
Para el artista
ocultista, tienen el maravilloso poder de presentar cualquier indumentaria que
desee ver; aunque esto es algo así como el suplicio de tántalo, porque pasan
como una exhalación en todo su esplendor, y dejan en la mente sólo el recuerdo
de una sonrisa alucinadora.
Las divisiones inferiores de los elementales
del aire componen un mundo, el cual nos interesa poco; por cuanto nos lleva a
los campos de la nigromancía, de la brujería y de la magia.
Estos silfos
y sílfides de orden inferior pueden aparecer a los sensitivos como
personalidades de carácter histórico y causar enfermedad y malestar al médium.
Pueden destruir la elasticidad fluídica de la envoltura astral, por medio de lo
que los ocultistas llaman sonidos vocales quebrados, y dotarlo de cualidades
minerales. Esto es como la sacudida nerviosa, producida por una explosión,
aunque de clase diferente, y es causa de perturbaciones mentales y, a veces, de
locura. Consideramos que interesará al estudiante saber algo sobre el lugar o
posición que el verdadero médium debiera ocupar en la Sociedad.
En el
remoto pasado, tales personas eran tratadas con cuidado y reverencia; porque, a
veces, los dioses elementales hablaban por mediación de ellas; por tal razón, se
las consideraba como semidivinas. En lo futuro, respetaremos a nuestros
sensitivos y cuidaremos de su bienestar moral y social; les daremos oportunidad
para desarrollar sus poderes superiores, sin poner en peligro en la lucha para
ganarse la vida, los dones que ya poseen.
La ley de Oriente es que, nadie
debiera recibir dinero por ejercitar tales dones. Esta se
conocecomolaGranLey.
El sensitivo es quien ha desarrollado un cuerpo
astral y un cuerpo mental inferior, capaces de responder a vibraciones más
elevadas. Es para esto que los silfos se ponen al lado de los sensitivos, que
son puros de corazón y a fin de proteger su preciosa armadura contra las mentes
dominadas por el Enemigo Secreto; compadecemos a la mente que exige del
sensitivo cosas que están más allá de la receptibilidad natural del mismo. Los
sujetos en trance son, con frecuencia, dominados por la mente hipnotizadora de
otros, y se ven forzados a investigar asuntos privados de personas ajenas. Pero,
como la mente hipnotizadora trata de infringir las leyes de la Naturaleza, con
el tiempo, encontrará a los guardianes de ésta que demandarán
justicia.
Porque los silfos de los planos superiores hablan, con
frecuencia, de su propio Intimo, quien los dirige y agrupa, a fin de que puedan
destruir a sus enemigos.
El mundo está lleno de gentes que se aprovechan
de la credulidad del público; a veces y a causa de su pobreza, un sensitivo,
digno de grandes cosas, se embrutece por ignorancia. Por esta razón se debe
examinar el valor moral, físico y espiritual de los médiums, para colocarlos de
nuevo como oráculos en sus templos.
En la actualidad, muchas personas,
inspiradas por su Enemigo Secreto, piden al sensitivo que hagan cosas que ellos
mismos se niegan a hacer. Esto, por ir contra la ley interna, daña las membranas
astrales, lo mismo que el cuerpo del sensitivo, los que podrían utilizar para
enriquecer la mente con conocimiento mucho más allá de la percepción
humana.
Los silfos desdeñan a quienes se alaban de sus poderes y
posesiones.
Ellos pueden magnetizar cualquier objeto, ante el cual las
mentes devotas hayan orado y, penetrando en la atmósfera de tal objeto, pueden,
a veces, impartirles una radiación y movimiento de los ojos, cuyas pestañas se
abren y cierran; las mentes sensitivas, al ver esto, afirman que ha ocurrido un
milagro. La razón de que los silfos hagan esto es que, el culto rendido a tales
imágenes posee elementos similares a los de su propia naturaleza. Las imágenes
parlantes (de las cuales hay muchas más de las que se cree) son de naturaleza
similar.
Extracto de Dioses Atómicos - LA NATURALEZA ELEMENTAL
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